Dicen las malas lenguas que ya me toca usar el cuarto dígito cuando me pidan llenar mi edad en cualquier formulario. A todos esos criminales del calendario les digo que no es cierto. Parodiando al Flaco de Úbeda, yo apenas tengo treinta y diez años, y para mi suerte, casi nadie me lo cree. Pero bien, la realidad es que hace ya 40 años que Mildred Batlle Pérez, en el modernísimo (para la época) Centro Médico UCE se recibió de madre cuando un desconsiderado médico obstetra me dio una nalgada en mis ya escasas nalgas y le anuncié a esa jovencita banileja que yo había llegado.
Cada cumpleaños sirve para meditar y dar gracias, sobretodo cuando se llega a cifras redondas. Yo, por supuesto, tengo mucho que agradecer a Dios, a la vida, a mi hija Vielka, a la familia de sangre y a esa familia electa que son los amigos de siempre. Cuarenta años no son más que una exhalación. Llegar acá me costó menos de 40 años porque no es cierto que hace 33 me preguntaba en el colegio San Marcos “¿cómo será cuando tenga 10 años?”. Ni es cierto que hace treinta años temía llegar a la maléfica edad de 13. No es cierto que tengo ya 22 años con derecho a ingerir legalmente bebidas alcohólicas, a entrar a discotecas sin que me pidan la cédula o a ver películas para adultos sin que sea delito. ¿Cómo es posible que haga tanto tiempo si me acuerdo de tantas cosas como si fuera ayer?
Sí, tantas cosas… 40 años significan tantas cosas. Yo, inconforme por naturaleza, me siento por debajo de muchos de mis planes; y aunque tenga justificación para explicar esas bajas, no me siento cómodo con ello. Pero al mismo tiempo, siento un genuino orgullo personal por saber que soy lo que soy por gracia divina y el clásico “MPE”. No corresponde a este espacio entrar en detalles, pero baste decir que al discurrir de mi vida he vadeado peligros muy groseros y situaciones muy dañinas que pudieron haberme arrastrado por derroteros bien derrotados y derrotadores. ¡Y no ha sido así!
Desde muy joven tomé decisiones sin contar con la mejor orientación y me hice hombre en el autodeterminismo que imponía la ausencia de lineamientos claros que pudiera seguir. Y me enorgullece ver que supe hacer buenas elecciones, y aunque tropecé mucho y frecuentemente, nunca cedí ante el camino fácil de la mediocridad. “Yo soy yo y mis circunstancias” decía Ortega y Gasset y eso es tan cierto como la vida misma.
Hoy viernes 23 de mayo de 2008 he llegado a los 40 años. Miro hacia atrás y veo mis pisadas sobre la arena. Y miro hacia delante, el camino que aún me toca recorrer. Sólo un deseo pido en este día.
“Quiero vivir para dejar huellas en este mundo, huellas que sean dignas de seguir, y que quienes calcen sus pies sobre ellas se sientan orgullosos de la el camino que recorrí”.
¡Feliz cumpleaños a mí!