Los peldaños de tu escalera

¿Para qué sirve una escalera? Instintivamente, la mayoría de las personas responderá que se usa para subir a una altura determinada, para alcanzar cosas que están muy altas. Y eso es cierto, pero no es toda la verdad. Tendemos a olvidar que una escalera también puede usarse para descender, para ir hacia abajo.

Así como las escaleras tienen peldaños y por ellos subimos o bajamos según donde queramos ir, deberíamos saber que todos tenemos escaleras invisibles por dentro, cuyos peldaños son las actitudes con las que asumimos lo que nos llega cada día. Por medio de ellas también subimos o bajamos hacia una mayor o menor calidad como personas. La mala noticia es que a veces pensamos que subimos, cuando en realidad estamos descendiendo.

¿Acaso tener un mejor empleo no es una de las más lícitas y deseables metas de todos nosotros? Debería ser aplaudible que logremos progresar en la escalera profesional ocupando posiciones de mayor retribución… excepto que existen personas que logran “subir bajando”, consiguen escalar a base de mentiras, de zancadillas, tendiendo trampas y fingiendo ser personas dignas de aprecio. ¿El fin justifica los medios? Sólo en la mente de aquellas personas cuya ética profesional es una prostituta que se vende por un escalón más.

La analogía de la escalera me vino hace poco pensando en cómo he conocido personas que se ufanan de haber “progresado” cuando lo que han hecho es escalar posiciones haciendo un uso desvergonzado de la mentira, descuidando miserablemente su trabajo y culpando a otros de sus irresponsabilidades. Personas que andan con puñales traicioneros, acabando con los demás a sus espaldas. Individuos que no salen de un chisme, pero que se rasgan las vestiduras cuando les señalan sus fachadas.

A lo largo de mi vida he aprendido a detectar esas escaleras podridas que tantas personas usan para escalar falsas cumbres. Aquí enumero solamente cuatro de los peldaños que debemos evitar.

Envidia

Uno de los más viscerales antivalores del ser humano, se traduce en el afán de minimizar el brillo de los demás porque no lo tenemos nosotros. Cuando una persona no puede alegrarse genuinamente del triunfo ajeno, está pisando en envidia, y descendiendo aceleradamente.

Lo interesante de este peldaño es que es una actitud hacia algo externo que nos desencaja por dentro a nosotros. Es decir, se envidia lo que no se tiene, lo que otro logra. No podemos envidiarnos a nosotros mismos, de forma que envidiar es enteramente una reacción ante elementos exógenos de nuestra propia personalidad. Y por lo mismo, la más pendeja de las formas de disminuirnos.

¿Por qué cuesta tanto mirar a los demás sin envidiarlos? No lo sé. Lo que sé es que solamente cuando decidimos acallarla es cuando la combatimos. Nadie le quita la envidia a otra persona.

Mentira

Muy básica y a la vez muy difícil de erradicar. Quienes abrazan la mentira suelen ser capaces de cualquier osadía con tal de mantener su historia, lo cual obviamente implica más mentiras. El antídoto contra la mentira es la verdad deslumbrante, y eso significa (y es una creencia personal) que al mentiroso hay que encuerarlo y azotarlo públicamente.

Quizás la peor de las realidades sobre la mentira es que se va convirtiendo en exponencial. Mentir es parte de la genética del ser humano, y un peldaño que está repleto de dulces y caramelos. Miente una vez sobre algo sencillo y la recompensa te hará pensar que fue buena idea. Casi de inmediato el tamaño de las mentiras irá aumentando asombrosamente hasta que se volverá inmanejable. No puede ser más cierta la frase coloquial que dice que “para hablar mentiras y comer pescado hay que tener mucho cuidado”.

¿La razón detrás de la mentira? De los miles que pueden existir, probablemente todo esté atado a que somos irresponsables.

Irresponsabilidad

Mientras haya a quien echarle la culpa de sus desmanes, estas rémoras siempre logran estar “en buenas”. Cuando alguien no pueda asumir su responsabilidad ante los fracasos propios o colectivos, se encamina al abismo. Hace falta mucha entereza para asumir la responsabilidad de nuestros actos, pero al final esta es la única manera de ser creíbles.

Dice el relato bíblico que Caín quiso quitarse de encima la sangre de Abel alegando que no era su problema cuidar de su hermano. Si un hermano es capaz de embarrar a otro para evadir su responsabilidad, ¿qué nos espera en los ambientes laborales? Asombra y entristece la cantidad de veces que pisamos este peldaño en nuestras escaleras laborales. Ya basta.

Miedo

Un peldaño inmenso casi imposible de evadir, el miedo nos impide crecer correctamente y al caer en ello no solamente dejamos de escalar, sino que solemos zambullirnos en el abismo de las actitudes. La vida no es fácil para nadie, pero tampoco es para ser asumida con miedo a nada. ¿Lo mejor? Nadie está libre de miedos, pero a veces creemos que sólo nosotros los tenemos. Por eso, procuramos ocultarlos, maquillarlos y minimizarlos, pero no los enfrentamos.

¿Por qué lo considero un peldaño de antivalor? Porque los miedos en los ambientes laborales rara vez tienen razón de ser. Aferrarnos a un temor es una manera muy efectiva de no hacer nada.

Saltando peldaños podridos

Mejorar como personas no es malo; de hecho, no querer mejorar sí lo es. Sin embargo, tenemos que estar atentos cuando nos encontremos otros individuos (compañeros de trabajo, amigos, familiares) que utilicen estos y muchos otros peldaños. Esas personas tenemos que evitarlas a toda costa. No solamente son un peligro para ellos mismos sino que suelen arrastrar en su debacle a quienes le presten atención.

Algo que nos pasa con frecuencia es que “por estar de pendejos” buscando ser serios, nos frustramos cuando vemos un mojamelamecha que escala rápidamente con malas artes, usando estos peldaños y otros más podridos aún. ¿Envidiarlos? Sería el primer paso hacia el abismo. Créanme, sé lo que es ver a estos tipos escalando mientras uno, por ser serio muchas veces queda “rezagado”. Pero por “bolsa” que parezca, al final del día el juego está en evaluarse a lo interno y determinar si uno mejoró como persona con sus peldaños recorridos. Que la envidia jamás engañe a nadie, quien envidia al que progresa con trampas no envidia más que oropel.

Y en cuanto a nosotros mismos, es necesario que estemos pendientes de nuestros propios pasos en la escalera. Creo que la primera buena idea contra los malos peldaños es la de entender que están ahí. No somos perfectos pero todos tenemos oportunidad de mejorar nuestras actitudes, reaccionando correctamente a las situaciones de la vida. Estos primeros peldaños no son difíciles de identificar y en definitiva es necesario combatirlos. Que no formen parte de nuestra escalera.

2 Comments Los peldaños de tu escalera

  1. rdiaz

    Como siempre, una excelente entrada. Es cierto que hay mucha gente que por envidia, egoísmo y otras razones internas más buscan serrucharle el palo a gente que tiene valor y talento. Esta triste realidad se ve en cada ambiente, sin importar la profesión. Realmente no hacemos nada frustrándonos ni lamentándonos. Aunque no sea fácil, lo que hay que hacer es combatir eso con ética y responsabilidad.

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