Creo que ya antes he estado aquí. Primer día de otro año nuevo, y tengo en mis manos una nueva baraja de cartas llenas de interrogantes. A mis espaldas han quedado las 366 cartas que vi pasar hasta ayer, y al examinarlas descubro, como siempre, que he tenido sonrisas y lágrimas, aunque felizmente más de lo primero.
Despliego mis nuevas barajas sobre el nacáreo lienzo que hoy empiezo a recorrer. Cual Nostradamus a veces quisiera ver lo que cada una guarda para mí, empezado por saber si llegaré a ver la última del grupo. Sonreiré, no lo dudo. Lloraré, también. Triunfaré y fracasaré, como todos, una vez, otra vez, vez tras vez, corriendo, a veces gateando, alentando a otros en tramos, y en ocasiones apoyándome en los hombros de los demás.
Balanza de circunstancias que al final, como hoy, habré de juzgar con más benevolencia que buena memoria, dándole gracias a Dios por haberme preservado la vida todavía un año más. Me contenta mirar un año atrás y congratularme de que logré alcanzar metas planteadas, metas sencillas pero vitales para mí. Me lancé, como el niño que alguna vez fui, sobre la playa a recoger caracoles y echarlos en mi alforja para jugar con sus colores. Y hoy veo que fue buena mi aventura.
366 cartas pasaron. 365 cartas nuevas están en mi mano. Jugarlas sabiamente es mi entera responsabilidad. A Dios sólo le pido la salud y la fortaleza para levantarme cada uno de los días de mi vida para enfrentarlo y extraer de mi vida las mejores diademas para crecer y bendecir este nuevo año.
Nuevas metas tengo, comparticionadas en cinco ramas principales. La espiritual, la física, la social, la intelectual y la financiera. En cada aspecto he trazado un norte a seguir, hacia los cuales procuraré encarrilar mis 365 jugadas. El éxito en relativo porque nunca logramos controlar todas las variables que en él intervienen. Sin embargo, es justo esperarlo si tenemos un plan sensato y hacemos nuestra parte del trato para que funcione. De Dios, que es bueno en supremacía, dependerá que germine la semilla plantada, regada y abonada de nuestros esfuerzos.
¡Esforcémonos, pues, y salgamos a hacer las mejores jugadas!