Tolerancia cero contra el Spam

Muchos conocen mi posición acerca del correo comercial no solicitado, lo que se denomina “correo basura” o simplemente Spam, pero para quienes sintonizaron tarde este programa, es bastante simple: No tolero ningún mensaje comercial no solicitado. Ni uno solo.

Mi premisa es también bastante simple: Si no le di mi correo a una empresa, no debo recibir mensajes de ella. Ninguna empresa tiene derecho a enviarme promociones, ofertas, informaciones comerciales, boletines ni NADA sin que yo lo haya solicitado expresamente. Bajo ningún concepto entrego mis direcciones de correo a empresas que no tengan una política de privacidad claramente establecida, y sólo me suscribo a boletines de noticias de empresas que respetan mi derecho a no recibir basura.

Cuando recibo cualquier spam, inmediatamente incluyo la dirección en mis filtros para que subsiguientes mensajes de esa cuenta (o dominio) pasen “automágicamente” a ocupar un espacio en el zafacón, que es donde les corresponde, y denuncio públicamente a través de mi cuenta de Twitter a la empresa emisora de la basura para alertar a otros de que dicha empresa está haciendo uso de técnicas invasivas. Nunca en mi vida he comprado nada que me haya llegado a través de spam, y nunca lo haré, ni siquiera que se tratara de algo que realmente necesitara. No puedo ser cómplice del irrespeto.

¿Qué es un spammer?

90% es spam

90% es spam

Dentro de la fauna informática, el spammer quizás no sea el más dañino y peligroso de los animales que abusan de la tecnología, pero sin dudas es el más insistente, descarado y “democrático” de todos. Le importa poco que seas mujer, igual te ofrecerá una pastilla para alargarte el pene 4 pulgadas ¡garantizado! No le preocupa que seas menor de edad, no dudará en enviarte un mensaje haciéndose pasar por “Natasha” una rusa calenturienta que busca sexo fácil. Tampoco le interesa saber que vives en Elías Piña, te hará llegar una invitación para un curso que se celebrará en Bávaro mañana. Y lo hará una y otra vez, cada vez que se le ocurra. ¿Lo mejor? Nunca aceptará que está haciendo lo indebido.

Los más necios son aquellos que no tienen absolutamente ningún escrúpulo para enviar una y otra vez toda porquería que se les ocurra. Sus mensajes no incluyen método de darse de baja (“opt-out“), y por más que solicites que no te envíe más mensajes, no hará caso y continuará el bombardeo. Este tipo de delincuente cibernético felizmente ya no es tan común como años atrás, aunque quedan muchos maquillados.

Con el objetivo de aparentar ser respetuosos de las normas de cortesía, muchos spammers hoy día se disfrazan de “email marketers“, algunos hasta tienen políticas de privacidad y se declaran “enemigos del spam” jurando que lo que ellos hacen es “algo diferente”. Alegan que la (vieja y obsoleta) tecnología del correo electrónico no les impide realizar su labor. Insisten en que los “email harvesters” son sistemas que operan bajo fuentes de datos públicos y al alcance de cualquiera, y además, que sus mensajes siempre incluyen una forma de darse de baja.

¿Es legal que nos envíen spam?

Lametablemente, no es ilegal que las empresas que se dedican a esta odiosa práctica envíen sus millones de mensajes. Las leyes vigentes en nuestro país no penalizan esta práctica ni la consideran invasiva o dolosa. Sólo cuando el mensaje que se envía contiene falsedades, se puede considerar de interés legal, pero no por el medio, sino por el contenido del mensaje.

En palabras más simples: no podemos entablar demanda contra ningún spammer internacional o local, ya que las leyes vigentes en el país no ven delito alguno en su actividad y no se sustentaría el reclamo. En nuestro país, los spammers ni siquiera necesitan incluir un enlace de “opt-out” en sus mensajes, así que podría decirse que los spammers de patio hasta considerados son.

Entonces ¿por qué la tirria?

Si no es ilegal que cualquier mojamelamecha monte un mailserver en cualquier hosting sin escrúpulos y haga uso de una lista de correos obtenida a través de robo, harvesting y fuerza bruta, ¿no debería yo aplicar Agua y Ajo al asunto? Después de todo, a la mayoría de las personas no les importa el spam, ¿no es cierto?

Es cierto que a la abrumadora mayoría de las personas no les molesta el spam. ¿Y saben qué? A la mayoría de las personas no les importa que los funcionarios públicos se roben millones de dólares cada mes. Y tampoco les importa que la embarazada suba al autobús y nadie le ceda el asiento. Ni les interesa lidiar con los abusadores que se meten en un segundo, tercer y hasta cuarto carril para doblar primero que ellos. Ni les molesta que la ciudad esté vuelta un tapón por culpa de los gorilas “padres de familia” que se hacen llamar “empresarios del transporte”…

A la mayoría de las personas no les importa ser abusadas, ni les molesta que los atropellen, ¡qué más da! Todos lo hacen, así que es mejor no ir contra el sistema.

Excepto que a mí no me da la gana conformarme con eso. Hay tantas cosas que soportamos por costumbre, por comodidad y simplemente por pendejos. El spam NO debe tener cabida en nuestras vidas. Todo aquel que tolera el spam, todo aquel que le hace caso al menos a un mensaje de spam, todo aquel que lo promueve o lo alienta, es parte de un sistema atrasado, abusivo y gorilezco.

Dile NO al spam, ¡a todo el spam!

Si hay algo que quisiera que todo el mundo comprendiera es que la única manera de acabar con el spam es ignorándolo, eliminándolo, desechándolo sin abrirlo nunca.

Casi todos los spammers incluyen códigos ocultos en sus mensajes mediante una técnica llamada Web bug, de tal suerte que basta que un incauto abra el mensaje y despliegue las imágenes para que el spammer sepa que capturó su atención para abrir el spam, obtenga su dirección IP y a partir de ahí otras informaciones.

Peor aún, si el mismo incauto abre el mensaje y hace click en algo dentro de él, inmediatamente el spammer genera dinero. El porcentaje de clicks por envío suele ser el gancho de venta del spammer con el anunciante.

Y si encima de todo esto el incauto llama al anunciante o compra un producto o servicio, el spammer cubre sus costos de operación y el anunciante obtiene la ilusión de que hizo un buen negocio porque a través de ese spam vendió algo.

Y todo a partir de un mensaje inconsulto, no solicitado, invasivo y descortés. Por eso, es necesario cortar el negocio de los spammers. NO ABRAS NINGÚN SPAM. Si todos ignoráramos los mensajes de spam, todos esos “padres de familia” tendrían que dedicarse a otra actividad más correcta y dejarían de congestionar el tráfico de Internet, y los ISP se ahorrarían miles de millones de dólares en ancho de banda y almacenamiento y las empresas no gastarían una millonada en gestión de seguridad.

El spam sólo beneficia al spammer. Carga al ISP con un grosero ancho de banda. Engaña al anunciante ofreciéndole una falsa ilusión de negocios. Abusa del receptor al invadir la privacidad de su correo. Sólo el spammer gana. Y eso debe terminar.

Próximamente

En una próxima entrada continuaré hablando acerca del anacronismo que representa el spam. Procuraré responder estas preguntas, pero acepto y aprecio sus sugerencias y comentarios.

  • ¿Realmente es efectivo el spam para los anunciantes?
  • ¿Cuánto cuesta un spam?
  • ¿Hay alternativas al spam?

4 Comments Tolerancia cero contra el Spam

  1. DVD

    De acuerdo contigo, detesto el correo basura, tengo entendido que hay un diputado que esta creando una ley en contra del correo no deseado, pero también he leído de “Blolegas” opuestos a esta medida y defendiendo este tipo de acciones molestas…., como nota al margen te comento que tenemos un “Conocido” en común que utiliza con mucha frecuencia este tipo de “publicidad”..

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  2. Dora

    Odio el spam…. no te imaginas cuánto. Es que me da un pique entrar a mi correo y ver que tengo X cantidad de mails y la mayoría es correo no solicitado.

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  3. Dora

    Esperaré tu post sobre qué tan efectivo es el spam, porque por ejemplo conmigo eso no funciona yo los borro sin abrirlos.

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