Muy pocas veces, una historia ha tenido el poder absoluto de sacudir al mismo tiempo, con la misma fuerza, y por tantos años a toda la nación como aquel fin de semana hace ya 20 años, en el que José Rafael Llenas Aybar desapareció inocente en Piantini para reaparecer a medio zambullir.
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Facundo inmortal
Lloro, no por él, porque nunca le hizo falta la lástima ni le habría hecho gracia mi tristeza. Lloro por nosotros, por los que hoy estamos más pobres, más huérfanos, más solos sin su sencillez y su sabiduría. Lloro por lo que somos sin su poesía artesanal y campesina, sin sus canciones hechas con jirones de nuestras propias vidas.
Continue reading¿Se acuerdan de Kaisha?
Hoy me entero de que a “Cara de Beta”, uno de los confesos asesinos de Kaisha, le han cantado 30 años de reclusión. Tiene sólo 21 años. El otro implicado aparentemente no fue juzgado (al menos no lo mencionan) porque era menor cuando participó en el hecho.
Continue readingKaisha y la Justicia Privada
Ya los sensatos consejos de andar con cuidado, de vigilar constantemente, de no andar solos y demás, no son suficientes. El país está cada día más al borde de asumir como norma la “Justicia Privada”, y empezar a poner en orden las cosas por mano propia. Y les juro que yo estoy listo para hacerlo, por lo que ruego a Dios que si me toca ajusticiar a delincuentes, que al menos pueda llevarme muchos antes de caer yo mismo en las impúdicas garras de la “justicia” dominicana.
Continue readingEdúcate. Súmate. Aporta.
Esta es la nueva campaña de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), lanzada el pasado 20 de abril en los medios. Como yo no suelo ver televisión, la verdad es que no había visto los distintos spots publicitarios en los que participan reconocidas figuras del medio artístico, deportivo y empresarial. El mensaje es claro: La solución empieza con la educación.
Continue reading¿Por qué?
¿Por qué la muerte de José Rafael Llenas Aybar?
Treinta y cuatro
Cada una de las treinta y cuatro hacía que la anterior pasara de ser inverosímil a ser sólo una puñalada más. A nadie parece molestarle que tu cuerpo recibiera 10, 15, 30 puñaladas. No, porque recibió treinta y cuatro. Y con una bastaba. Por eso, cada una de ellas hace que la anterior agradezca el favor de no ser la última. Sí… como una macabra cofradía las treinta y cuatro ocultan entre ellas cuál fue la que finalmente cerró tus ojos en este mundo para abrirlos como una herida eterna en mi alma. Y en el alma de tanta gente que no podía creer lo ocurrido.
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