Luego de pasarme la mañana escuchando todas las canciones de La Pandilla, y revivir con ellas toda devoción enfermiza que sentía yo por Mari Blanca, prometo no volver a burlarme de las fans de Justin Bieber o de cualquier otra figura juvenil que hoy o mañana haga delirar a los niños (incluida mi hija Vielka, que suspira por Joe Jonas aunque ella piensa que no lo sé).
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