Si has sido una persona de bien, al final de tu caminar sobre este planeta cuando la muerte te visite y fijes residencia permanente en algún cementerio, probablemente le dolerás a alguien. A tu familia inmediata, a tus compañeros del diario vivir y quizás hasta a esos amigos que no veías hacía muchos años. Si es así, felicidades, has dejado huellas.

Naturalmente, no todos dejaremos las mismas huellas. Hay intensidades en esto, como en todo. Y también hay volumen, como también en todo. Las huellas importan por su profundidad, que mientras más hondas más durarán; pero importan también por su cantidad pues mientras más logremos dejar, más personas podrán verlas y quizás seguirlas.

De eso se trata, quizás, la vida: de dejar hondas y numerosas huellas. Lo mejor es que no necesitas ser una “persona importante” como una figura pública, un gran inventor o un científico destacado. Dejar huellas está al alcance de todos.

Permíteme presentarte al mejor hombre que quizás no conociste, un ser humano de numerosas virtudes que nunca buscó fama porque una de sus huellas más profundas fue la humildad. Don Miguel Gil Mejía.

Miguel Gil Mejía
Miguel Gil Mejía

Un hombre que vivió con intensidad el afán creativo y ejecutor que da la ingeniería, a lo largo de su vida dejó una inmensa cantidad de huellas. Escribiendo esta limonada he descubierto cosas que no conocía de él, pero que no me asombran, pues así era este hombre. Fue ingeniero de los de antes, egresado del exigente Tecnológico de Monterrey, profesor de varias universidades, gerente innovador (responsable ejecutivo de marcas que usamos diariamente como ATH y UNIPAGO), servidor público sin cola que le pisen, aglutinador de talentos (dirigió el capítulo dominicano del EXATEC, presidió el Club Arroyo Hondo, por ejemplo) y fue declarado como “Pionero de la Informática” por la Cámara Americana de Comercio. ¿Sabes qué tuvo don Miguel? Una vida repleta de frutos, productiva, frondosa. Una vida vivida al servicio de la gente.

Pero obviamente, su huella más profunda, la que a mí me duele más, es la de su amor por el béisbol. Ciertamente él amaba a mis archirrivales los Tigres del Licey, pero su pasión trasciende las diferencias. Don Miguel fue el mejor fanático de un equipo de béisbol que jamás he conocido.

El liceísta

Su liceísmo fue legendario y contagioso desde que era un muchacho (sus anécdotas sobre peloteros iban hasta los primeros años de LIDOM). Abonado por décadas primero en el Estado Cibao y luego en el Quisqueya, podías mirar hacia la zona de A24 y cuando tocaban el Himno Nacional su calva destellaba con las luces. Era de los pocos momentos en que podías ver su cabeza descapotada en el estadio porque de lo contrario usaba una de sus decenas de gorras azules.

Cuando, a principios de siglo empecé junto a algunos amigos a desarrollar Aguiluchos.com, ya el website del Licey tenía varios años operando, manejado enteramente por don Miguel. Hoy quizás no sea gran cosa hacer un website, pero casi 20 años atrás, aquello era una proeza. Y hay que ver todo lo que Don Miguel logró acumular y publicar en esas primeras versiones del website azul. En esta imagen, a la izquierda, hay un denso menú de contenido, curado por él, a mano pelá.

Un pantallazo del viejo licey.com
Un pantallazo del viejo licey.com

Su aporte más puro a esa web, diría yo, fueron sus artículos de opinión, los que colocaba bajo “La esquinita del webmaster” y luego renombrada como “La esquinita de MGM”. Allí don Miguel se presentaba como lo que fue, un fanático sensato, ecuánime, furibundo pero magnánimo. No era perfecto (en más de una ocasión le reclamé alguna opinión que me parecía exagerada y eso provocaba un intenso debate por correo), pero siempre era genial. Lo leí alabar al Licey, acabar con su directiva, o con la LIDOM cuando las cosas que pasaban le parecían insólitas. Un ejemplo de sus épicas quejas consistía en decir que el Estadio Quisqueya le provocaba dolor en el cuello por tener que girar la cabeza cientos de veces hacia el jardín izquierdo, para mirar la pantalla que medía la velocidad de los lanzamientos.

El primer saludo

Además de crear licey.com, don Miguel inició el TigerBook, que aunque era un libro de visitas (¿se acuerdan de eso?) lo usábamos como un rudimentario foro de mensajes. Y además, creó la lista de correos LiceyFans. Fue esa lista de correo la que provocó que nos conociéramos en persona. Yo aún no sabía quién era este tipo, pero asumía que era un tiguere más (después de todo, ¿quién iba a imaginar que un “señol mayol” iba a estar haciendo websites hace 20 años?), así que, fre’co y trascendío como soy, solicité ingresar a la lista de correos de LiceyFans. Don Miguel me respondió preguntando por qué querría un aguilucho estar en una lista de fanáticos azules “si no fuera para fuñir”. Me molesté con su comentario y con una respuesta larguísima mandé a don Miguel a comerse con yuca su dichosa lista… ah, la osadía que da el “anonimato”…

Al día siguiente recibí otro mensaje donde don Miguel me invitaba a que en el próximo partido entre Águilas y Tigres en el Quisqueya pasara por su asiento en el A24. Accedí y el día señalado, con más miedo que vergüenza conocí a este caballero de sonrisa alegre e inmensa. Me reconoció sin que abriera la boca (supongo que el hecho de ir ataviado de aguilucho ayudó bastante). “¿Tú eres Darío Martínez?” me preguntó como quien ansiaba el momento. “Martínez Batlle” respondí como es mi costumbre. Mientras se ponía de pie hizo por primera vez el ritual que haríamos toda vez que nos vimos: Con la mano izquierda se descubría la cabeza mientras su diestra se abalanzaba sobre mi diestra para estrecharla. Apenas atiné a quitarme mi gorra antes de saludarlo y me dijo que entre caballeros los saludos se hacen con la cabeza al descubierto.

Aquella vez no salía de mi asombro. “¿En serio este abuelito es el webmaster del Licey?” me cuestionaba sin parar. No recuerdo de qué hablamos pero sé que él me animó a seguir trabajando en Aguiluchos.com, porque el trabajo que hacíamos era importante. Con el tiempo llegamos a compartir ideas y cuando ganamos la Arroba de Oro en 2007, su abrazo en el Quisqueya fue una de las cosas más sinceras que jamás recibí. Ah, y nunca me dejó entrar a LiceyFans.

Una de las mejores partes de ir al Quisqueya era pasar a saludarlo. La pizarra no importaba; fuera que estuviera perdiendo o ganando, la mitad del séptimo episodio era el momento que aprovechaba para ir de donde estuviera hasta su asiento. Muy pocas veces no lo vi allí. Entonces me presentaba a quienes tenía alrededor, yo saludaba como sintiéndome Jack Dawson en la cena del Titanic, y en lo que entraban los azules a batear, conversábamos.

En diversas ocasiones nos encontramos en algún evento y siempre tuvo la amabilidad de saludarme. Siempre me sentí inmensamente distinguido, tratado con una deferencia de la que sinceramente no me sentía merecedor. A pesar de tener un carácter fuerte, se podía adivinar que era justo, consecuente, un hombre recto. Y su risa, coño, su risa era todo lo cálida y cercana que puede ser una carcajada.

 

De todas las muchas hondas huellas que Miguel Gil Mejía ha dejado, esta es la que más me duele. Su adorada doña Carmen, aguilucha como corresponde, sus hijos y sus allegados con facilidad podrían mencionar muchas otras maneras en las que este hombre les hará falta. A mí, mientras tanto, me hará falta cada vez que las Águilas visiten a los Tigres y llegue el séptimo episodio.

Me siento agradecido de haber sido distinguido con su aprecio y sus palabras siempre de aliento. De haber compartido humor y cuerda beisbolística, de quitarme mi gorra desde lejos cuando lo veía. De haber aprendido tanto. El béisbol dominicano no podrá pagar tanta entrega.

Un inmenso clap para usted. clap

 

7 Comments Las muchas hondas huellas de Miguel Gil Mejía

  1. JB

    Dario, 100 por ciento de acuerdo contigo en esta Limonada, recuerdo las polemicas que teniamos en el libro de visita!, Se molesto una vez conmigo porque le puse en el libro una foto de los jugadores de las Aguilas levantando el trofeo de campeon y me la borro! Otra fue (y en esta estabas tu en en medio) cuando en la Serie del Caribe en Mexico empezamos 0–2 y ponia los resultados del equipo y al final “Dominicana” gano el campeonato. Desde que MGM dejo de ser el webmaster de la pagina del equipo de su simpatia, no volvi a entrar mas al website, para mi perdio la esencia y no me intereso regresar mas a leerla.
    Otra de las anecdoctas que decia era que una noche estaba en el estadio Cibao y en un final de pelicula “el equipoese” Las Aguilas le armaron una rebelion en el noveno pero se quedaron cortas y perdieron el juego, y el cuando estaba saliendo con su gorra azul, le dijo un fanatico aguilucho “se vieron asutao” y el le contesto “mejoi ganai asutao que peidei contento”

    EPD Don Miguel, la Republica Dominicana ha perdido una gran persona!

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  2. hipolitodelgado

    Wow no sabia que MGM había fallecido! Yo lo conocí de una lista de correo que abrió Mite Nishio en Tricom cuando salió el Internet en RD. Recuerdo que abrió el Club Medusa que vendía CDs Multimedia de temas educativos. Por este tema lo llegué a conocer en persona y tal como tu dices, un gran tipo! Que pena…

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  3. jorge luis coronado morales

    Dario si supieras que Don Miguel (el ingeniero) fue mi jefe en Unipago.
    Era todo un personaje y un jefe muy recto. Lo admiraba por esto y sus conocimientos tecnicos te sorprendian.

    Lamento su perdida, buena limonada.

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