La brutal masacre del pasado domingo, innecesaria, inexplicable, injustificada, trae al tapete otra vez un debate incómodo que para el estadounidense común es ya demasiado viejo. Innecesariamente viejo, inexplicablemente vigente, injustificadamente irresoluto.

Al margen de la tragedia, y guardando un solemne respeto por las víctimas de esta y todas las masacres ocurridas, he llegado a un punto de reflexión que atañe a mi país, a la República Dominicana, y quisiera que lo que pasa en la nación del Norte pueda al menos servir de espejo en el que los dominicanos nos podamos mirar. Y quizás evitar consecuencias terribles.

No escribo para aleccionar a los estadounidenses y su problema, ni pretendo erguirme como conocedor experto de su situación ni tengo un santo grial para reparar lo que les pasa. Esa problemática es seguramente mucho más compleja que mi capacidad de comprenderla. Por eso reitero, escribo para que los dominicanos miremos lo que pasa en ese país como ejemplo de lo que nos podría suceder a nosotros.

La manera pusilánime con la que el gobierno de los Estados Unidos hace frente al asunto del control de armas en su territorio me parece muy similar al problema que tiene el gobierno dominicano con el control del transporte público de pasajeros. Si bien son crisis distintas, hay paralelismos muy aleccionadores en ambas realidades. Veamos algunos.

Líneas paralelas

Estados Unidos República Dominicana
Desde hace décadas hay un serio problema con el control de armas en manos de civiles. La cantidad de atentados masivos usando armas de fuego de corte militar en los Estados Unidos tiene en jaque al gobierno gringo. Desde hace décadas hay un serio problema con el control del transporte público de pasajeros en manos de civiles. La cantidad de “empresarios del transporte” que hace y deshace a su antojo con el transporte tiene en jaque al gobierno dominicano.
La NRA es la organización que promueve y allana los caminos para que cualquier ciudadano, sin demasiados controles ni revisiones, pueda adquirir armas de fuego como la ya tristemente célebre AR-15 usada en Orlando, en Sandy Hook, en San Bernardino y en muchos otros ataques masivos. Existen decenas de sindicatos, encabezados por CONATRA y FENATRANO que controlan la mayor parte del transporte público de pasajeros y que dentro de su cultura trucutesca permiten a cualquier subnormal tomar el volante de un vehículo sin demasiados controles y revisiones para movilizar ciudadanos.
Se le permitió a la NRA acumular un inmenso poder social y económico. Se le permitió a FENATRANO, CONATRA y la recua de sindicatos acumular un inmenso poder social y económico.
La NRA financia campañas políticas, le pauta agendas a senadores y representantes para impedir cualquier intento de disminuir su control o menguar su poder. Los sindicatos financian campañas políticas y van más allá, varios de sus cabecillas han llegado a ocupar puestos políticos en el Congreso y en el gobierno municipal, con lo cual también bloquean cualquier intento de disminuir su control o menguar su poder.
No pueden controlar el problema de las armas, ni que quieran controlarlo. Literalmente no pueden pasar ninguna ley porque el congreso gringo está infestado de células pro-armas aupadas por la NRA. No podemos controlar el problema del transporte ni que quisiéramos controlarlo. Literalmente para todo lo que se plantea hay que pedirle permiso a Juan Hubieres y a Antonio Marte y a su ejército de gorilas (perdón, gorilas, por ofenderlos); y el congreso está infestado con elementos que responden ideológica y bolsillísticamente a los sindicatos.
La NRA por supuesto tiene argumentos firmes y razonables para defender sus posiciones, pero cada vez más empieza a ser poco razonable que pretendan defender la tenencia de armas de asalto como si fueran simples juguetes, por más responsabilidad social que sus miembros tengan. No son los ciudadanos conscientes miembros de la NRA el problema, sino el acceso casi infantil que personas desequilibradas tienen a las armas que la NRA no quiere que sean controladas. También en todos los sindicatos hay cabezas razonables y pensantes, que mantienen posiciones de defensa a las conquistas del sector de transporte de pasajeros, pero cada vez empieza a ser menos razonable que pretendan empujar sus agendas particulares, sus beneficios propios, por encima del bienestar de la ciudadanía a la que supuestamente sirven.

Estoy claro de que son realidades distintas. Con consecuencias distintas. Con trasfondos distintos. Pero el paralelismo entre ambas es real. Es crucial. Es asqueante.

La manera en la que la NRA gringa y los sindicatos de transporte dominicanos han acumulado una capacidad inapropiada de influencia y poder sobre la sociedad, los convierte en entidades de alto riesgo para la seguridad de ambos países. Por supuesto, no se trata de que la NRA o los sindicatos son “el demonio” allá y aquí, pues en ambos grupos hay personas con justos argumentos a favor en sus causas. El problema viene con el empuje de las agendas particulares de unos pocos afectando a los muchos, el entender que sus derechos de portar armas de fuego y transportar pasajeros son derechos que deben ser protegidos aún a costa de la desprotección de la mayoría.

En fin

Sé que no es justo equiparar la situación de la República Dominicana y los transportistas con la compleja y triste situación de armas de asalto en manos de civiles desquiciados (y vale insistir en que éstos son una ínfima parte de los estadounidenses armados). Pero no deja de ser una forma de ver aquella realidad en Estados Unidos como un “así de feo podría ponerse esto si no le ponemos freno al poder de los sindicatos”.

El meollo de esta limonada es resaltar cómo un organismo satélite como la NRA o un sindicato de transporte puede llegar a inflarse tanto que tuerza a su favor políticas de seguridad ciudadana que en cualquier país están mucho mejor diseñadas.

Espero que Estados Unidos pueda encontrar una salida satisfactoria al asunto de evitar que armas tan peligrosas sean manipuladas por individuos que no las merecen. Lo mismo que espero que la República Dominicana algún día destruya el poder exorbitante e inmerecido que tienen los sindicalistas del transporte. Ambas naciones serán mejores cuando eso suceda, y los paralelos convergerán en una sociedad más segura y justa.

2 Comments Paralelismos entre la NRA y los sindicatos de transporte en RD

  1. yeeme

    La diferencia que veo entre los dos comparados es que la NRA tiene que actuar dentro del marco de las leyes de EEUU. Yo supongo que las actividades de lobismo son parte de lo que les está permitido. Pero, en RD los grupos empresariales de transporte, que se hacen llamar sindicatos, usan el terror de una forma abierta y descarada. Verbigracia, el incendio de la guagua de transporte público en Las Américas. Hubo lesionados y ni así pagan estos delincuentes sus crímenes.
    A mi modo de entender hay una complicidad, más allá del temor, entre los gobiernos y estos malandros.
    Ahora bien, una cosa sí es cierta, en ambos casos las víctimas no son miembros de las familias reales, en EEUU y en RD. Y, en última instancia, si ha de pasar que resulte afectado un miembro de las familias reales, será en EEU, porque en RD las familias reales están protegidas precisamente con el mismo dinero de los que necesitamos tener un mejor servicio de transporte público.

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