Soy parte de una empresa muy joven. La media de edad de mis compañeros ronda los 25 años y eso es casi 20 menos que mi edad biológica. Por eso, con frecuencia me disfrazo de dinosaurio al traer a la discusión alguna anécdota añeja que a mí aún me resulta referente de nuestra idiosincrasia. Les contaré una que me hirió profundo y me hizo entender un poquito mejor a la efervescente fanaticada del ídolo juvenil Justin Bieber.
Ayer Johanna me comentaba lo increíbles que son algunos comentarios que los y las adolescentes de hoy día cuelgan en las noticias de sus ídolos. Tomaba como ejemplo una entrada en Mundo Femenino acerca de Justin Bieber y mientras ella leía algunos mensajes yo sonreía burlonamente:
- Hola Justin eres súper papacito quisiera comerte a besos mi amor lindo te quiero conocer mi bebe!
- Justin pienso que eres el chico más lindo del mundo T.Q.M. te amo Justin aaaaaaaaaaaa te amo te amo te amo
- Opino que eres guapo, cantas bien, pero yo sufro al pensar que te adoro y te quiero y tú no sabes que existo, espero que veas el comentario y pienses en todos/as tus fans. T.Q.M, soy alguien normal.
En ese momento dije una frase un poco cruel. “¿Sabes qué? Esta generación que viene subiendo se va a dar contra la pared cuando dentro de diez o quince años se googlee y lea todas esas pendejadas”. Fue entonces que, brotando desde las brumas del recuerdo, Mari Blanca y La Pandilla me enumeraron todas las babosadas que yo decía cuando, con apenas 10 años, suspiraba por la entonces “niña más linda del mundo” según mis pariguayos ojos.
Y lo vi claro. Recordé que durante mi infancia “ser fan” significaba sentarse junto al picó (sí, carajo, antes de las caseteras, ¿qué vaina es?) e ir transcribiendo en la parte trasera del cuaderno de religión las letras de las canciones del disco, cometiendo la menor cantidad de errores.
Recordé que en mi infancia, el delirio era cantar “No sé, no sé” o hacer una coreografía complicadísima (y si hubiera YouTube seguramente diría “ridiculísima”) de “El Alacrán” y “Bakala Nanú Memé“.
En mi infancia, ser fan era visitar Musicalia de El Conde casi todas las semanas para ver si había un disco nuevo de La Pandilla o La Rondallita. Y por supuesto, ser fan implicaba que tenía que sacar muy buenas notas en el colegio para que como premio me llevaran a ver, como no, a La Pandilla cuando vinieron al Palacio de los Deportes a finales de los 70.
Ser fan de Mari Blanca en mi infancia quizás era algo menos “levente” que ser fan hoy día de Justin Bieber, pero al final también era un sentimiento marcadamente obsesivo. La pubertad me cambió los intereses por cosas más mundanas, pero Mari Blanca quedó dueña de una parcela de mi amor primigenio por una artista, a la que apenas pude ver a muchos metros una vez, pero que adoré por largos años. Y aún ahora, quizás, sería de adorar.
Por eso, estoy muy de acuerdo con mi querida Dora Tezanos, cuando escribió algo parecido (pero infinitamente más chistoso) en su Blog: ¿Es que ya no te acuerdas? Denle lectura a Dora y síganla en Twitter, que es una chulería!
En fin, que yo luego de pasarme la mañana escuchando todas las canciones de La Pandilla, y revivir con ellas toda devoción enfermiza que sentía yo por Mari Blanca, he decidido no volver a burlarme de las fans de Justin Bieber o de cualquier otra figura juvenil que hoy o mañana haga delirar a los niños (incluida mi hija Vielka, que suspira secretamente por Joe Jonas aunque ella piensa que no lo sé).
La imagen la extraje del blog de la exquisita Gittih, quien también recuerda.
Gracias por lo de exquisita. Yo hice esa misma reflexión antes de mi Alma, con mis sobrinos y sobrinas, porque una persona que hizo yuca en el lobby de un hotel no tiene moral para criticar la fascinación por Justin Bieber o cualquier otro… ¿qué quién hizo eso? Ay, yo no sé.
…JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA…
…picó…JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA…
Para todo sobre la Pandilla: http://www.lapandillafanclub.com