Votando por Ninguno

Estamos a una semana de que se concluya la campaña electoral más insípida, banal, aburrida y árida que hayamos tenido que sufrir los dominicanos. Felizmente, añadiría yo. La clase política en este país está estancada en metodologías desgastadas, con más de treinta años de ineficiencia, y que no pueden exhibir ni una simple canasta de beneficios ante nadie.

Embadurnar las paredes, los postes de alumbrado, los parachoques de los autos (hasta sin autorización de los dueños) con afiches, pancartas, etiquetas y panfletos donde lo único admirable es la cantidad de horas/Photoshop invertidas en producirlos.

Convocar a los mismos muertos de hambre de siempre a juntarse todos en una esquina para agitar banderas, mostrar lúdicas vestimentas del color de turno y desgañitarse hasta quedar roncos mostrando apoyo al carajo de la foto, que olvidarán desde que otro carajo en otra foto les ofrezca otro picapollo y un pote de romo para juntarse nuevamente (quizás en la misma esquina).

Hacer “mano a mano” en los barrios olvidados, los que no visitaban desde la primavera del 2006, abrazando viejas, chocando manos con niños que tienen el ombligo como un bimbín, caminando con sus zapatos Florsheim sobre la basura y la mierda que hay en las cunetas y que prometen recoger si ganan “porque el abusador del incumbente actual no les resuelve” (si es de la oposición), o “porque ya sí que tenemos un plan de desarrollo integral para esta comunidad” (si es del partido gobernante).

Ir a cualquier programa de radio o televisión… sí, a cualquier programa, no importa si es de cocina o de mecánica nuclear, el asunto es ir para decir que están preocupados genuinamente por su ciudad, que son trabajadores incansables, que se convertirán en nuestra voz en el “congreso” o en el “ayuntamiento”.

Son tan poco creativos, tan aburridos, tan descarados, tan insulsos… y sobre todo, tan azarosos. El que cree en cualquiera de los políticos, sin miramientos de ningún tipo, es capaz de tragarse cualquier embuste. Si acaso hay una o dos excepciones de funcionarios capaces de trabajar o presentar propuestas, son fácilmente embaucados por la podredumbre que los rodea.

Estamos huérfanos de héroes. De líderes. Carecemos de una verdadera clase política, y en su lugar lo que tenemos es un grupo de fascinerosos que no tienen siquiera el pudor de usar sus nombres reales para promocionarse, pues en su chopa vida sólo son conocidos por sus chopos apodos como Chacho, Memo, Bolo Montero, Gori, Polón, El Padrino, Rubén Toyota, El Zorro, El Bombón, La Gallinita y muchos otros. ¡Qué basura de menú electoral! Y pregúntenles cuántos de estos pintorescos personajes tiene un plan de trabajo, una propuesta coherente… no, una propuesta simplemente. ¡Ninguno! Son vividores sin pudor alguno, oportunistas que ansían pegarse de la teta del Estado por seis años y resolver sus vidas y las de nadie más.

Con semejante amalgama de pusilánimes aspirantes, no es de extrañar el empuje que ha venido teniendo la campaña del Voto por Ninguno que encabezan artistas del calibre de Víctor Víctor y Pavel Núñez. ¡Y yo apoyo ese movimiento desde 1986!

Ya para darle perspectiva a este post, me puse a analizar un poco lo que pasó en el 2006 en las elecciones Congrensuales (los datos de las Municipales no los computé, pero no son nada diferentes).

Abstención

El padrón electoral indicaba que había 5,369,064 personas con habilidad para ejercer el derecho al sufragio. La totalidad de votos emitidos durante esa jornada fue de 3,121,665 (el 58.14% de todo el padrón). Esto indica que la abstención alcanzó el 41.86% de todos los inscritos y hábiles de ejercer el voto. Simplemente, de cada 10 dominicanos, cuatro se quedaron jugando dominó todo el día y apenas seis ejercieron.

Votos Nulos

En cuanto a los votos nulos (aquellos que no se contabilizaron a ningún candidato por no cumplir las normas de votación), la cantidad total de votos nulos dentro de los votos emitidos fue de 102,404, para un porcentaje de solamente 3.28%. ¿Cuál es la importancia de este número? Yo lo leo como un número de tremenda madurez. Los dominicanos hemos aprendido a votar con la mecánica que venimos utilizando desde hace más de quince años.

Votar por Ninguno

El planteamiento es simple:  “Ninguno resuelve, vota por Ninguno”. Brutal juego de palabras que duele demasiado en mi conciencia. ¿Por qué hay que votar por Ninguno? Veamos algunas razones:

  1. La configuración de nuestro sistema electoral es de arrastre. Votamos por un senador y con él estamos votando por una recua de diputados que no podemos separar del senador. No puedo votar solamente por el senador sin incluir a sus rémoras. No puedo votar por un diputado solamente sin incluir a los demás, y de ñapa a su tiburón, digo senador. En cierta manera, los diputados van muy cómodos, pues nomás necesitan apoyar a su senador y con eso ellos van de robo. Lo mismo pasa con los síndicos y regidores.
  2. Se cuentan con los dedos de una mano (y sobran manos) aquellos aspirantes que han redactado propuestas concretas y realizables, que las han presentado y que son conocidas por su población. A lo más que llegan es a hacer promesas aéreas, no-medibles, no-cuantificables.
  3. Hay una buena cantidad de bandidos en el congreso y en los ayuntamientos. Si bien es cierto que no puedo generalizar, no es menos cierto que estamos mucho más cerca de un universo de funcionarios inservibles que de uno eficiente; que los vagos, vividores, ladrones y traficantes de influencias son la mayoría. Votando sólo por los serios no vamos a hacer ningún cambio. …A menos que fuera posible que quedaran posiciones vacantes!
  4. Hay demasiadas facturas por pagar en ambas boletas. Demasiadas denuncias, demasiado ruido de corrupción, demasiadas sospechas. Casi de todos los cerca de 14mil “sacrificados” hay una o más historias negras qué contar. ¿Realmente esa partida de ciudadanos es lo mejor que tiene nuestra sociedad? Wow, ¡qué jodidos estamos!

El 16 de mayo veremos el poder de Ninguno

¿Cómo saber cuántos votos obtendrá Ninguno? Es bien fácil y hay dos maneras de notarlo. Arriba ya dije que la abstención se situó en 41.86% y que los votos anulados alcanzaron solamente el 3.28%. Para este año, el padrón signa que hay 6,116,397 electores hábiles para votar. Dado que tenemos una larga tradición de elecciones utilizando la metodología de la cruz, la equis y la raya, no se debe esperar un nivel de nulidades mayor al del 2006. Del mismo modo, la abstensión debería rondar la misma cifra del 2006, si acaso un poco mayor.

En el caso de que los votos nulos sean contados por mucho más de lo usual, o que la abstención crezca mucho más, estaremos ante las evidencias del Voto por Ninguno.

Para muchos, votar por Ninguno es la novedad del presente certamen electoral. En mi caso, salvo casos muy específicos, ha sido mi costumbre desde 1986. Votar nulo, incluyendo un mensaje de protesta, es algo que siempre he considerado un deber y un orgullo personal. En el 2006 escribí un post titulado “El Precio de Nuestra Democracia“, y la verdad es que me veré en la necesidad de actualizarlo.

El Son de Ninguno, de la autoría de Víctor Víctor y la colaboración de Pavel, Janio, y otros artistas.

Update #1.

Hay quienes entienden que el Movimiento de Ninguno es una trampa, pues vende la idea (casi real) de que ningún político sirve. Se plantean que eso no es así, que debe haber algo que sirva entre todos los aspirantes.

Yo simpatizo con esa idea de la no-generalización, pero no creo que sea culpa del electorado que el Movimiento de Ninguno haya crecido y calado en algunos. La culpa es de los políticos que con sus desmanes han sembrado un desencanto mayúsculo en todos. Los jóvenes serios y valiosos de esta sociedad NO tenemos medios para erigirnos en líderes políticos, porque sencillamente para ello hay que gastar una millonada que no tenemos. Afiliarse a un partido tradicional es una manera de poder crecer políticamente y con el tiempo aspirar a ser elegidos; sin embargo eso toma años y no creo que podamos esperar tanto.

¿Vale la pena “desperdiciar” el voto marcándolo con una “N” de Ninguno? me han preguntado algunas personas. Yo respondo con otra pregunta: ¿Vale la pena votar por alguno? Y luego de mi pregunta suele haber un largo silencio. El que se toma a molestia de acudir a votar, a hacer la fila, pasar por el engorroso proceso de que lo busquen en el padrón, que le den una felpa y dos sábanas de colores, que le entinten el dedo con una vaina que nunca me ha parecido recomendable… ¿gana algo demostrando confianza en alguno de los pelafustanes de las boletas? Si alguien me puede decir que algo bueno ha hecho un diputado o un senador en su vida sin que ese algo no represente a su vez pingües beneficios para el “benefactor”, entonces yo me callo la boca (o el teclado).

La opción es no votar. Y en mi opinión, esa sí es una verdadera trampa. La abstención, si bien es una estadística que demuestra desencanto, no se cuantifica como fuerza homogénea. Y como el porcentaje de abstención es alto, no se puede expropiar. Con los votos nulos sucede que es un porcentaje pequeño, al que si de repente se le incrementa sustancialmente, estadísticamente se puede buscar el o los factores que incidieron en su crecimiento. Por eso, votar por Ninguno tiene mucho sentido. Seremos la columna de votos nulos y si logramos un número cercano a las cifras dobles, estaremos diciendo que más de medio millón de dominicanos está jarto de la vagabundería. Una cantidad suficiente para inclinar la balanza.

Y eso es, posiblemente, el principio de algo.

1 Comment Votando por Ninguno

  1. Roibe Duran

    En mi caso personal, hace tiempo que la política Dominicana me desencanto, hace tiempo que abstengo de votar, hace tiempo que deseo un cambio real, por que estoy de acuerdo con votar por ninguno, a ver si este cambio empieza a pasar.

    Pd. Muy buen trabajo, y el videoclip me encanto, muy buen juego de frases.
    .-= Roibe Duran´s last blog ..Contra la corriente =-.

    Reply

Deja un limón acá