La Semana Santa ha terminado, y con ella el período más esperado por los dominicanos que se lanzan como una abrumadora manada sobre las playas, ríos y montañas a disfrutar unos días de descanso y jolgorio lejos de la ciudad, de sus obligaciones, de su azarosa rutina. Sin embargo, no todos nos vamos. Un reducto de habitantes queda a cargo de la abandonada ciudad y la disfruta a cabalidad. Los que no nos vamos nos negamos a vacacionar –al menos, a vacacionar con el molote— y preferimos la apacible tranquilidad de una zona urbana casi desierta, sin tapones, sin bocinazos, sin filas ni atropellos. Es como la ciudad que siempre hemos querido.
Pero quedarse en la ciudad no es sinónimo de aburrirse, mucho menos si el día es caluroso y hay una manguera cerca. Aquí tenemos a John, a quien su madre encargó llenar los recipientes para llenar una piscina pero que encontró más inmediato y divertido ducharse solo con la maravillosa bendición del agua fresca. Luego John se juntaría con unos amiguitos con poca ropa y menos vergüenza y se diviertirían en su piscina inflable con más alegría y sincera dicha que muchos riquitos. ¡Ah, la simple belleza de la infancia! Más fotografías de John y sus amigos en Villa Consuelo en este LINK
jaja mamey acaso no te dio un chin de envidia verlos a ellos en su manguera beach y tu no
Es que por el tamañote de este especimen no creo que le luzca eso jajajajajja me mata //juye
Esto me acordo los chicos corriendo goma bajo la lluvia que fotografie en villa altagracia 🙂
Buena escena !!!
Los tiempos en los que solo hay que preocuparse por estudiar y jugar!!!
Y uno tanto que afano pa’ crecer!!!
Si me hubieran contado que esto era asi, me quedaba de ese tamaño!!!
Pero no te quejes que para nosotros sigues siendo “el pequeño”.